Un mural es una imagen que usa de soporte un muro o pared y ha sido uno de los más usados en la historia del arte. La pintura sobre muros y paredes dominó durante la antigüedad y durante la época romántica, pero comenzó a decaer en lo gótico, debido a los cambios realizados en esa época ya que comenzaron a quitar las paredes sustituyéndolas con vidriería. Durante el Renacimiento se hicieron grandes murales, como los frescos realizados por Rafael en las Estancias del Vaticano y la obra de él en la Capilla Sixtina y posteriormente se limitó a las paredes de los edificios y los techos, destacando así las grandes decoraciones del Barroco.
Este tipo de pintura no se ha abandonado nunca, como se puede ver en obras de los muralistas de Hispanoamérica. Entre los más famosos están Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco en México, Pedro Nel Gómez en Colombia y Teodoro Núñez en Perú.
José Clemente Orozco fue un muralista y litógrafo mexicano. Se graduó de la Escuela Nacional de Agricultura y terminó más tarde estudiando matemáticas y dibujo arquitectónico. Cuando era niño, conoció a José Guadalupe Posada y gracias a sus grabados surgió el interés de Orozco por la pintura. Sus primeros trabajos consistieron en litografías, pero él estando interesado en la pintura mural, logró dominar esa técnica. Realizó su primera exposición individual en la librería Biblos de la Ciudad de México, acto siguiente viajó por los Estados Unidos y ahí pintó varios carteles. En 1922 se unió a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores intentando así recuperar el arte del muralista patrocinado por el gobierno.
El mural llamado "Catarsis" es uno de los muchos que realizó José Clemente Orozco, fue pintado entre los años de 1934 y 1935. El 5 de agosto de 1934, Orozco firma con Antonio Castro Leal, quien era jefe del departamento de Bellas Artes de la Secretaria de Educación Pública, un acuerdo para pintar un mural en el muro oriente del Palacio de Bellas Artes, al que finalmente nombró "Catarsis". Existieron muchas críticas acerca de este mural entre ellas uno de su amigo historiados Justino Fernández quien dijo que su mural no servía, que era desagradable y no refleja nada realmente de valor.
La obra refleja la historia de México y del mundo y los conflictos universales, su centro es el individuo y no la sociedad, denuncia los peligros del desarrollo tecnológico, muestra la anarquía general y la degradación social. Confronta al espectador con una imagen del purgatorio de los conflictos humanos, destrucción mecánica y moral.
Lo que Orozco decidió representar entonces es una alegoría sobre la guerra y la desintegración, para ello empleó diversos motivos recurrentes en su obra como la lucha, el caos, la prostitución y las máquinas, la catarsis mediante el fuego tratando de representar que puede llegar a purificarse
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